No estar de acuerdo con ello me resulta natural.
En algunas regiones del planeta (en demasiadas, por desgracia) nacer mujer es un lastre para el seno de la familia o sociedad que la recibe. Una nueva vida que no es motivo de celebración debería llevarnos siempre hacia la tristeza y la reflexión inmediatas.
En algunas regiones de Tanzania, como veremos, las niñas de entre 12 y 16 años son intercambiadas por sus familias por vacas para casarse con hombres mucho mayores. De este modo se acepta con naturalidad una terrible realidad: las vacas tienen más valor como moneda de cambio que las propias menores.
Algunas mujeres adultas manifiestan que "es mucho más importante conseguir vacas que mantener a sus sucesoras en casa". Ante esta contundente realidad me pregunto si mi modo de entender el mundo y la vida no deja de ser tan utópico y ombliguista como lo que critico, ya que siempre se aconseja hacer un ejercicio amplio de estudio y comprensión sobe aquello que nos asalta. Pero, en realidad, creo que no quiero, afirmando que el mundo debería funcionar de otro modo muy distinto.
Vídeo publicado por el portal ruso
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