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jueves, 30 de enero de 2020

Samuel Feijóo (antología de la poesía cósmica y tanática)



ROSA Y VIOLA

No se escucha la rosa en inseguro
labio, ajeno, dormido, descarnado,
donde no entrega su tesón orlado.
Pero en su cáliz, de oloroso oscuro,

se oye el sereno canto. Fiel, maduro
suena, ya terso el tono, su armado
verso de oro, o de matiz venado
en amarillo que crecido puro

ofrenda su sonido al aire cruento.
Del sol, sólo del astro se enamora;
es a su luz que tiembla; el hondo aliento

de su boca va al oro que demora
el agua. (Ah rosa, tu divino acento
la errante viola oscura no atesora).


POÉTICA

Millones de pájaros cantan
y nadie señala
un Dante entre ellos.
¡Felices pájaros!
Las bibliotecas del viento
se queman cada mañana
y otra vez
la cultura matinal del pájaro
llena los bosques de inmensos conciertos.




LAS ESTRELLAS

Las estrellas forman un arado
calmo. La noche es mate denso
y ellas brillan.
El viento
se ha escondido.
Ellas
se apagarán, altas, frías
piedras muertas que mueren
para siempre.
Moriré más alto,
porque puedo entender la belleza
y honor, locura de vivir
y la nada fresca en la tierra.
Seco el hálito: una respiración
entre millones de yerbas que respiran
y animales.
Ellas mueren muertas
y yo muero porque no entiendo.


AL LEVANTARME

Al levantarme vi todo el llano verde:
"Te he servido", dije, "espíritu de la belleza,
fiebre de lirios,
no olvides ya cuando la noche cierre,
que estoy abajo, raíz firme, fija raíz,
esperando".


PON TU LUMBRE...

Pon tu lumbre
en mi cabeza ciega, me guíe su calor.
Renueva mi sangre, el camino es largo;
no me hagas olvidar que voy a nacer
allá, fresco y salido
y que dirás:
"Hijo mío, que eras muerto, mira".

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