No olvido la primera publicación de
Cálamus, grupo de 'música antigua' integrado por Eduardo Paniagua, Rosa Olavide, Luis Delgado, Carlos Paniagua y Begoña Olavide. Un elenco de músicos que, como solistas o con distintas formaciones, continuan realizando trabajos muy diversos e interesantes.
Este disco, grabado en el
Monasterio de la Sta Espina de Valladolid en el verano de 1991, recopila obras de dos bellos repertorios:
"Música Arábigo-Andaluza" de los siglos XIII-XIV y las
"Cantigas de Martín Códax" que hoy os invito a escuchar.
Rosa Olavide, en el libreto interior del disco,
nos habla así de estas cantigas de amigo:
A finales del siglo XV, o a principios del XVI, un inteligente
humanista italiano,
Angelo Colocci, dispuso en Roma la copia de varios
poemas que desde la Baja Edad Media y por caminos que no nos es dado
conocer, llegaron a sus manos. Estas compilaciones, denominadas
Cancionero de la Vaticana y
Cancionero de la Biblioteca Nacional de
Lisboa (antes de Colocci Brancuti), se editaron respectivamente en 1875
y 1880.
En aquellos cancioneros, además de
cantigas de amor y
cantigas
de escarnio, aparecen magníficos cultivadores de las
cantigas de
amigo. Entre estos poetas,
Martín Códax, presente en
ambos cancioneros, es autor de un precioso poemario compuesto por siete
mágicas canciones amorosas.
A través de estos
cancioneros, se pudo conocer los textos de estas siete
cantigas de
amigo.
Pero un día, en 1917, cayó en manos del librero
madrileño
Pedro Vindel, un códice del
"De Officiis" de
Cicerón que estaba encuadernado con un pergamino que
contenía las siete cantigas de amigo del trovador
Martín
Códax, y además, seis de ellas tenían
notación musical.
Hasta el día de hoy, este pergamino es el único
testimonio directo conocido de la música de las
cantigas
galaico-portuguesas. Actualmente se conserva en la
Biblioteca Morgan de
Nueva York.
Cantigas de Martín Códax
(Manuscrito de Vindel)
Nada sabemos de la vida del trovador
Martin Códax. Parece que
escribió estos poemas en el siglo XIII, y a falta de otros
datos, podría sugerirse
Vigo como patria del autor, puesto que
esta ciudad (y únicamente ésta), en aquel tiempo una
aldea marinera, es mencionada una veintena de veces en este poemario.
Sólo nos ha quedado de
Martin Códax estas siete cantigas,
escritas dentro de las coordenadas del
código del paralelismo y
del
leixaprén. No sabemos si se adentró en otros
géneros ni si escribió otras cantigas de amigo, pero lo
cierto es que en las tres fuentes de que disponemos sólo
aparecen las siete cantigas, y aparecen en el mismo orden.
¿Cabría considerar estos siete poemas como un corpus
cerrado?. Si así fuera, tendríamos que acercarnos a las
cantigas de Martín Códax como a una pequeña
historia de amor, contada por una muchacha enamorada, que nos va
sugiriendo en cada capítulo su dolor por la ausencia del hombre amado,
su alegría por un próximo encuentro, su necesidad de
confidencias a su madre y amigas, o el desasosiego por la tardanza de
su amor.
Luis Delgado, Eduardo Paniagua, Rosa Olavide,
Begoña Olavide y Carlos Paniagua en 1991.
La enamorada comienza y cierra este pequeño relato
interrogando a las olas del mar, y esta inquietante presencia del agua,
fundamental en cuatro de las siete cantigas, parece estar cargada de
una simbología amorosa a la que incluso hoy, después de tantos
siglos, no podemos sustraernos.
En cuanto a las melodías, aparte de su condición
importantísima de únicas supervivientes entre las
cantigas profanas galaico-portuguesas de la Edad Media, hay que
destacar su carácter marcadamente tradicional. Martin
Códax fue un compositor culto, y sus canciones son de
género culto, pero sin duda participaba del alma de su pueblo, y
halló una fuente viva de inspiración en el sentir de las
gentes de su tierra. Ese lirismo, ese sentimiento apretado y esa
melancolía que impregna los cantos que nos legó, podemos
encontrarlo todavía hoy en algunas melodías tradicionales
gallegas.
Las cantigas de
Martín Códax han encendido una luz en ese
desconocido mundo de la
música hispánica profana de la
Edad Media, y cabe aventurarse a establecer a través de ellas
una conexión entre las canciones de los
trovadores y las que en
España cantaban
árabes y
judíos.
Las seis cantigas con notación tienen una melodía muy
sencilla, con un esquema muy simple; el primer verso inicia el tema
melódico; se repite el tema con alguna variante dejando la
cadencia en suspenso, y se pasa al estribillo que contiene fragmentos
del primer verso, de modo que se crea una especie de
concatenación de pequeños motivos, que pasan de un verso
a otro de la estrofa, de la estrofa al estribillo, y vuelven al
comienzo.
Cantigas de Martín Codáx
(Manuscrito de Vindel)
Las cantigas de
Martín Códax están escritas en
notación cuadrada, con
ligaduras parecidas a las de las
Cantigas
de Santa María de los códices de El Escorial. Hemos respetado en la interpretación el orden de los textos que
aparece en las tres fuentes. En la cantiga número seis, la
única sin notación, hemos hecho una "contrafacta" con la
música de la cantiga 330 de Alfonso X "El Sabio".
(Rosa Olavide, 1991)
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