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lunes, 29 de abril de 2013

"Sueños en el Mar"

El otro día, junto a unos amigos, visitamos esta Instalación-Exposición de Ricardo Calero en la sala de exposiciones de la Diputación Provincial de Huesca. La verdad es que entré en el lugar sin haberme preparado para ello, encontrando, sinceramente, algo que no esperaba. 
Me fascinó su obra, su forma de narrar, la temática, todo… y eso que, pese a la publicidad que se le había dado en esta pequeña ciudad, casi me pasó inadvertida (“satelitario” que es uno).




Desde mediados de los años ochenta, Ricardo Calero reflexiona sobre lo social desde lo natural, trabajando con la esencialidad del agua, el vapor, los olores, los sonidos y, por supuesto, las imágenes. Lo hace de una manera versátil, voluble, nada rígida, combinando disciplinas como el dibujo, el grabado, la instalación, la fotografía o la escultura, con una serie de intervenciones exteriores que paradójicamente se fraguan en el terreno de lo íntimo. Cuando el espacio es interior, la tensión se despliega a la arquitectura del lugar, que reverbera, y el vacío gana presencia física, también misterio. 



Ricardo Calero convoca lo político desde lo poético. Sus obras son alusiones a cuestiones globales de la experiencia, esenciales. Por eso el tamaño de sus obras es menos relevante que su peso, que es indudable. Aunque ese peso se guarde en lo ingrávido, en la transparencia. De ahí sus materiales, como cristales, agua, unos granos de arroz... Y sus lugares, de intimidad y olvido.




A la hora de concebir el proyecto de su exposición para el Palacio de la Diputación Provincial de Huesca, resultó esencial la idea de conservar la condición enigmática de su trabajo generando un paisaje que se ofrece al espectador como desposesión. Así, esos territorios de ausencia son el verdadero tema de las obras de Ricardo Calero, condición que no le impide ser crítico con, por ejemplo, los problemas de la identidad y de las fronteras del mundo globalizado. 
Consciente de que la ‘frontera’ es como un colador donde siempre queda lo tejido y que, como el arte, es sinónimo de tensión, de deseo soñado, Ricardo Calero lleva toda una década inundando el mar de pasaportes, lanzando al mar 365 cada año desde una barca, un total de 3.650, de los que únicamente 78 fragmentos de ellos consiguieron ser rescatados. 






El mar, lugar de tránsito, paisaje emocional, responde metafóricamente a esa dificultad de acceder de un lugar a otro, sentimiento que nos invade desde el comienzo de la exposición. El saturado paisaje físico se funde con la asfixia del paisaje mental.






La serie denominada Sueños del mar, que actúa como eje de la exposición, es una metáfora crítica, pero también de esperanza. En ella, Ricardo Calero apela a lo épico, a lo imposible, como esa idea paradójica que titula su vídeo: Inundar el mar. Nos recuerda así que no se puede viajar sin naufragar y ese naufragio nos puede conceder definitivamente la dimensión del mar, la dimensión del mundo, del sueño. Por donde la frontera se rompe.
                        (David Barro) 

Os recomiendo que la visitéis si surge la ocasión, pues esta entrada, por muchas fotos que haya incluído de dicha instalación, no llega a reflejar tan apenas la magnitud que adquiere toda la obra en su conjunto.


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