Siempre nos cruzamos con gente extraordinariamente ingeniosa allí donde sea, y con dicha actitud disfrutamos de su compañía mientras escuchamos, con atención, su propia historia.
Así fue como un día conocí al escritor Anselmo Di Bello, convirtiéndose con el tiempo en un buen amigo con el que siempre es un gustazo conversar, compartiendo un rico tiramisú o una buena cerveza.
Anselmo es una persona sencilla, tranquila, hospitalaria, que observa a través de sus azulados ojos aquello que despierte un mínimo de curiosidad.
Desde aquí he de manifestar mi admiración por su mimo hacia la escritura, su gran pasión; siendo meticuloso y pausado en la preparación de aquello que quiere contar. Un tipo auténtico, la verdad.
No es de extrañar, por lo tanto, que su producción literaria publicada sea algo más que escasa, aunque bien es cierto que para nada busca lo contrario.
Anselmo Di Bello es natural de Tandil, ciudad situada en la provincia argentina de Buenos Aires. Desde hace más de veinte años es "emigrante" en territorio europeo, viviendo en distintos lugares de Italia, España o Inglaterra. Actualmente reside en Londres, y desde allí prepara su próxima novela, invirtiendo la misma delicadeza con la que trata a flores y plantas en su trabajo diario, ese que tanto agradecemos sin tan siquiera analizarlo mientras andamos por la ciudad.
Durante las dos últimas décadas ha realizado todo tipo de trabajos, esos que se dejan para el llamado “personal laboral no cualificado”: lavaplatos, peón de albañil, camarero, vendedor ambulante de libros, leñador en los Alpes italianos o ayudante de cocina, entre otros muchos.
Todas estas experiencias y demás vicisitudes propias de ser “extranjero”, le llevaron hasta el difícil arte de escribir, comenzando con ensayos y aforismos que jamás publicó. Sin embargo, pasado un tiempo, un buen día emprendió lo que sería su primera novela, ésta que hoy os doy a conocer…
En
la parte trasera del libro podemos leer:
"Catriel
el Escritor" nos ofrece la increíble aventura, pocas veces contada, de
cómo una obra literaria va tomando forma en la psiquis de su autor.
Viviendo
éste libre de obstáculos mundanos, pero a la vez un tanto recluído en una
comunidad emplazada en un lugar de privilegio, nos muestra en todo su
esplendor, los efectos benéficos que liberaron la pluma hacia una prosa fluída,
vivencial y prolífica.
Con
algunos tintes autobiográficos aparecen los personajes de esta entrañable
historia, que mantiene diálogos francos, preñados de inocente idealismo.
Tengamos
en cuenta que la obra discurre en dos planos bien diferenciados, el del autor
que compone y el del relato propiamente dicho.
Todo
parece ser inteligible, mientras estos dos planos se delimitan de forma natural;
es decir, un personaje de una obra literaria, fruto de la imaginación que
interactúa con los recuerdos del autor, no puede nunca aparecer en el plano de
la realidad de quien está escribiendo.
Y
es de esta manera tan singular que aparece un tercer plano, en que realidad y
ficción se mezclan dando como resultado una atmósfera sutilmente incongruente.
Lo que en principio parecía
ser una novela de aventuras, y como ésta era escrita por alguien que recuerda
hechos, momentos, instantes (indelebles...); avanzada la prosa, y con el
vértigo a flor de piel, nos adentramos poco a poco en la trama de una paisaje
surrealista sin parangón.(Laertes)
El libro, impreso en 2010, puede encontrarse de venta al público en Librería Don Quijote (pinchar encima), oasis de cultura y literatura en la argentina población de Tandil.
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