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lunes, 14 de junio de 2021

William James (velocidad y existencia)

"Todas las razones apuntan a que las criaturas posiblemente difieren enormemente en la duración que intuitivamente perciben y en la sutileza de los sucesos que llenan esos momentos. Von Baer se ha permitido algunos cálculos interesantes del efecto de tales diferencias a la hora de cambiar el aspecto de la naturaleza. Supongamos que, en el intervalo de un segundo, somos capaces de observar con claridad diez mil sucesos en lugar de apenas diez, como ahora; si nuestra vida estuviera destinada a retener el mismo número de impresiones, quizá fuera mil veces más corta. Deberíamos vivir menos de un mes y, personalmente, no sabríamos nada del cambio de estaciones. Si naciéramos en invierno, creeríamos en el verano como ahora creemos en los calores de la era Carbonífera. Los movimientos de los seres orgánicos serían tan lentos para nuestros sentidos que podríamos inferirlos, pero no verlos. El sol permanecería fijo en el cielo, la luna estaría libre de cualquier cambio, etc. Pero ahora invirtamos la hipótesis e imaginemos un ser que solo experimenta una milésima parte de las sensaciones que solemos tener en un momento dado, y que por consiguiente vive mil veces más. Los veranos y los inviernos serán para él como un cuarto de hora. Los champiñones y las plantas de crecimiento más rápido brotarán tan velozmente que parecerán creaciones instantáneas; los arbustos anuales surgirán y caerán de la tierra como manantiales en constante ebullición; los movimientos de los animales resultarán tan invisibles como los movimientos de las balas y los obuses; el sol recorrerá el cielo como un meteoro, dejando una estela de fuego a su paso, etc. Sería imprudente negar que dichos casos imaginarios (a no ser que se posea una longevidad sobrehumana) puedan concebirse en algún ejemplo del reino animal."

William James (1842-1910)
"Principios de Psicología", 1890
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